La gran cosecha de María José Hernández

María José Hernández en el Auditori Barradas de L'Hospitalet de Llobregat (Barcelona). © Xavier Pintanel

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Precisamente en el día de hoy, 10 de marzo de 2015, José Antonio Labordeta cumpliría 80 años, a evocar su recuerdo dedicamos este artículo, así lo reivindican las recreaciones de sus canciones en la voz de María José Hernández. Labordeta vive.

Si de vinos habláramos estaríamos ante una cata de un Labordeta Gran Reserva, podría ser un tinto del Somontano fruto de una gran cosecha y años de espera reposada, el de este Labordeta más íntimo y poético según el buen hacer y mejor cantar de María José Hernández, aunque en el directo también saboreáramos sonidos de cosecha propia. Tras una labor de escucha atenta y búsqueda emocional y selectiva la trovadora ha incorporado a su repertorio un selecto conjunto de joyas más desconocidas de la discografía del “abuelo”, sobrenombre con el que también se reconoce a José Antonio Labordeta (Zaragoza, 1935-2010).

Doce de esos temas recónditos y hondos los ha dejado grabados en Las uvas dulces en 2014 y todos los cantó en directo en su concierto en BarnaSants, a éstos hay que añadir un poema inédito que cierra el disco y al que le ha puesto música: Nadie. Como dijo el maestro Fernando G. Lucini en la presentación de su cancionero, María José Hernández es sensibilidad y belleza y lo muestra in crescendo en cada nuevo disco.

Una voz limpia y serena con una afinación siempre exquisita, ese es el tesoro mejor guardado de la cantautora de Zaragoza que deleitó con sus canciones al público del Auditorio Barradas de L’Hospitalet de Llobregat en la tarde del 8 de marzo.

Un auditorio que vibró con la sensibilidad de la interpretación cálida y altamente emotiva de María José Hernández, una de esas voces que seguramente en países más amantes de su propia cultura serían reconocidas con el color y el honor de las más altas estrellas en el panorama de la música, tal es su valía como artista aun volando lejos de las listas de éxitos. 

Hernández no ha escogido los himnos y grandes éxitos reconocibles en el cancionero del trovador aragonés que hubiera sido lo más fácilmente aplaudible, sino que ha ido a buscar aquellos temas que más le han llegado de entre lo que serían las caras b de los discos del autor homenajeado, ha encontrado auténticas joyas y además los ha puesto en inédita voz de mujer, haciendo una recreación bellísima y muy personal de esas canciones originales de Labordeta.

María José Hernández. © Xavier Pintanel

Le acompañaron en escena Julio Calvo a la guitarra y guitarra eléctrica, Sergio Marqueta al piano y Daniel Escolano al contrabajo y violonchelo, la trovadora a voz y guitarra puso el resto. María José Hernández ama la canción de autor gracias a referentes como Labordeta, Silvio Rodríguez o Luis Eduardo Aute, a los que citó, de ellos viene su canto y su manera de entender la canción de autor.

La autora fue desgranando el repertorio iniciando con Abrí todas las puertas, un tema que va en la búsqueda de una personal y pequeña libertad que Labordeta grabó en Que no amanece por nada en 1978. Siguió con Devuélveme (Canciones de amor, 1993) y Guárdate (Qué vamos a hacer, 1987). De Cantes de la tierra adentro (1976) interpretó Rosa rosae, historias de posguerra civil que reconoce de cerca la generación de Labordeta.

El disco es al completo recomendable, pero en el directo siguieron una serie de cinco ases, cinco, escuchen las canciones que siguen porque son un absoluto disfrute del Labordeta más intimista: Nieve en abril y Con tu voz (de Trilce, 1989), Mar de amor (Canciones de amor, 1993), No me digas ahora (que ya grabara junto al autor en Paisajes, 1997) y Caminaremos (Cantes de la tierra adentro, 1976).

Después llegaron tres temas ajenos al disco presentado y como muestra la artista ofreció un botón de su propia obra con los aires de desamor reflejados en La punta del iceberg, (Círculos concéntricos, 2006), en fabla nos cantó Augua que amorta la set, recordando las aguas desbordadas del río Ebro en los últimos días en un tema grabado en un disco colectivo en lengua aragonesa (Á Ixena 2, 2007), y la aclamada por el público aunque inédita en la discografía de Hernández: Mermelada de moras, del grupo pirenaico de folk La Ronda de Boltaña, dedicado a los emigrantes aragoneses en Barcelona.

Siguió con Labordeta y su Qué queda de ti, qué queda de mí, grabada por el autor en el disco de título homónimo grabado en 1984, también escuchamos  Quién te cerrará los ojos (Recuento, 1995) y Si fueses como la aurora (Canciones de amor, 1993), la artista se encontraba a gusto en escena y el público lo disfrutaba.

En la recta final, María José Hernández cantó un tema inédito en su voz: Las uvas dulces, (Las cuatro estaciones en 1981 y Canciones de amor en 1993): “Cuando las uvas dulces van por el aire, el otoño revienta de parte a parte…”, simbólicamente es la canción que da nombre a su disco. Ya en los bises, sonó del repertorio de María José Hernández: Imagínate (Círculos concéntricos, 2006) y como cierre el himno de Labordeta y de todos: Canto a la libertad (1975). 

Las uvas dulces sonaron con sabor a gloria bendita, en la voz de María José Hernández se escuchó al tiempo la voz de ambos, la de Hernández y la de Labordeta, “Con tu voz, con mi voz, con la voz de los dos…”, citando el estribillo de la canción Con tu voz, es ésta una cosecha indispensable con ecos que por el aire y descubriendo las alturas llegaron sin duda hasta los Mallos de Riglos. Gracias por la palabra y el ejemplo, gracias por la emoción. Labordeta vive.