
Pobre Joaquín
Yo le miré los ojos al Joaquín,
y de puro bueno me decía:
«El no comer no mata;
mata el odio y la envidia».
El hombre ya se sabe que está aquí,
condenado desde el nacimiento,
y el hambre no le importa;
la engaña con un sueño.
Pobre Joaquín, pobre Joaquín,
en medio del silencio.
Amaneció en la luz serena y cruel,
desde la noche mirando estrellas
y las manos vacías
vueltas hacia la tierra.
Yo le miré los ojos al Joaquín,
tan tristemente empañados y quietos.
«Morir es poca cosa»
–dice Joaquín ya muerto.
Autor(es): Rubén Lena